Motivación
Quizás lo que haga falta para mantener una bitácora es motivación, ganas, cierto arte y sobre todo muchísimo tiempo. Como es fácil comprobar, últimamente no he dedicado demasiado tiempo a este proyecto, aunque (de momento) me niego a abandonarlo. Veamos una curiosa historia sobre la motivación que creo que se ha explicado varias veces y de muchas formas distintas. Una incluso involucra al presidente Kennedy ¿Alguien la conoce?
Cuenta la leyenda que en la Edad Media, un caballero francés que hacía el Camino de Santiago se detuvo a descansar en Miranda de Ebro. Mientras reponía fuerzas contempló a tres canteros que realizabas exactamente el mismo trabajo pero con una actitud muy diferente. Intrigado, le preguntó al primero, que parecía muy enfadado:
- Perdone, ¿qué es lo que usted está haciendo?
El hombre, maldiciendo y rezongando, contestó de mala manera:
- ¿No lo ve? Estoy picando piedras.
Entonces, el francés se acercó al segundo, que trabajaba muy concentrado en su labor y le repitió la misma pregunta. El cantero se volvió hacia él y con mucha parsimonia le empezó a relatar:
- Está clarísimo. Pulo las piedras con el cincel y el buril para que puedan ser trabajadas más fácilmente.
Por último, el caballero se dirigió hacia el tercer hombre que silbaba y cantaba mientras picaba piedras. Al oir la pregunta, el cantero miró al forastero con una amplia sonrisa y le respondió entusiasmado:
- ¡La Catedral de Burgos!.
Cuenta la leyenda que en la Edad Media, un caballero francés que hacía el Camino de Santiago se detuvo a descansar en Miranda de Ebro. Mientras reponía fuerzas contempló a tres canteros que realizabas exactamente el mismo trabajo pero con una actitud muy diferente. Intrigado, le preguntó al primero, que parecía muy enfadado:
- Perdone, ¿qué es lo que usted está haciendo?
El hombre, maldiciendo y rezongando, contestó de mala manera:
- ¿No lo ve? Estoy picando piedras.
Entonces, el francés se acercó al segundo, que trabajaba muy concentrado en su labor y le repitió la misma pregunta. El cantero se volvió hacia él y con mucha parsimonia le empezó a relatar:
- Está clarísimo. Pulo las piedras con el cincel y el buril para que puedan ser trabajadas más fácilmente.
Por último, el caballero se dirigió hacia el tercer hombre que silbaba y cantaba mientras picaba piedras. Al oir la pregunta, el cantero miró al forastero con una amplia sonrisa y le respondió entusiasmado:
- ¡La Catedral de Burgos!.
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