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Espacios de Hilbert

Instrucciones para vaciar una pecera

Instrucciones para vaciar una pecera Primero de todo debe sentarse a ver cómo dan vueltas los peces hasta que observe que pierden velocidad, que les cuesta nadar, que cada mañana se levantan más tarde y trasnochan más. Cuando vea que nadan haciendo eses y con gafas de sol, entonces habrá llegado el momento de vaciarla de ese líquido elemento con aspecto viscoso en que se ha convertido su hábitat. Una forma sencilla de hacerlo es colocarla bajo una fuente pública mientras mira distraído hacia cualquier otro lugar. No la habrá vaciado pero ya no tendrá que pensar en volverlo a hacer, seguro que sus pececitos naranjas habrán escapado, libres al fin de las ataduras viscosas de la mala vida a la que les había empujado. Así que si no quiere que sus compañeros con aletas le abandonen, olvide esta idea.

La opción más sencilla es volcar directamente la pecera en otra pecera, pero este tipo de comportamiento crea adicción y pronto se verá usted inmerso en un circulo extraño del que no hay una salida sencilla. Lo único que hará será estar todo el día pasando agua viscosa de una pecera a otra con la angustia de no ser capaz de vaciar una pecera sin llenar otra y el consecuente mareo de sus habitantes de esqueleto espinoso. Piense un poco en ellos, que bastante tienen.

Dado que la forma a priori más sencilla no resulta efectiva y puede ser peligrosa para su estabilidad emociona y la de sus peces; debemos limitarnos a aquellas técnicas orientales que permiten hacer aquello que deseamos simplemente haciendo otro montón de cosas que nada tienen que ver; es la llamada técnica absurda.

Debe colocar la pecera en un lugar apartado de corrientes, tanto marítimas como eléctricas. Algo fundamental es colocar un buen punto de luz de forma que esos animalillos nadadores crean que viven en un día permanente, siempre al sol. Cuando haya pasado el tiempo suficiente verá que empiezan a hablar entre ellos y se empiezan a organizar. Se colocarán todos en fila y marcharán bajo una pancarta única en la que es posible que se lea: “Por una pecera digna”. Durante estas marchas es posible que observe cierta tensión y que algunos integrantes ataviados con pasa-arrecifes-de-coral se dedican a destrozar el mobiliario marino: pintadas en el termómetro, algas arrancadas… Ante este panorama existen videos de National Geographic sobre las pirañas del Orinoco que, proyectados frente a la manifestación, se pueden utilizar como método disuasorio.

Cuando los ánimos están más sosegados, ábrase a la negociación con aquel representante que sepa escribir, a fin de levantar acta de cada sesión. Aunque no está dotado de una gran memoria es el interlocutor más válido. Simplemente dígale que sí, que se hará lo que ellos quieran. No tema, cuando deba comunicarlo a sus compañeros lo habrá olvidado.

La etapa anterior puede durar mucho tiempo, con lo que paralelamente debe contactar un bando quinta-columnista, que se precie a dar instrucciones precisas de cómo limpiar la pecera a gusto de sus habitantes. A estos disidentes en la sombra no debe traicionarlos, hágales caso, saben de que hablan, han estado en otras muchas negociaciones colectivas. Recoja todas y cada una de sus instrucciones detalladamente y póngalas en práctica paso a paso. Usted no habrá hecho ningún esfuerzo en pensar cómo vaciar la pecera y limpiarla y su confederación de trabajadores aleteados del medio acuático obtendrá lo que pretendía. Algunas cosas hay que dejarlas en manos de profesionales.

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